🕒 3 minutos de lectura

Últimamente parece que si tu proyecto no tiene microservicios, no eres “tech de verdad”. Pero no siempre dividir una aplicación en muchas partes es la mejor decisión. A veces, en lugar de ayudarte… te complica la vida.
¿Qué son exactamente los microservicios?
Imagina que una aplicación es como una ciudad. En un sistema “normal” (monolito), todo está en un mismo lugar: las casas, las tiendas, las oficinas… Si algo falla, puede afectar a todo el conjunto.
En cambio, con microservicios, esa ciudad se divide en barrios independientes. Cada barrio tiene su propia energía, sus reglas y sus vecinos. Si algo se rompe en uno, el resto puede seguir funcionando.
En el mundo del desarrollo, eso significa separar una aplicación en pequeñas piezas que se encargan de una sola tarea, como un servicio para usuarios, otro para pagos, otro para productos, etc.
Suena bien, ¿no?
Bueno… depende.
Cuándo si tiene sentido usar microservicios ✅
Hay situaciones en las que los microservicios son una gran idea:
-
Cuando el proyecto es grande y hay varios equipos trabajando en distintas partes.
-
Cuando las tareas están muy claras (por ejemplo: usuarios, pedidos, facturación…).
-
Cuando algunas partes necesitan crecer más que otras — como un buscador que recibe miles de peticiones por minuto.
-
Cuando necesitas que el sistema aguante fallos sin caerse por completo.
En esos casos, dividir ayuda a organizar mejor, escalar y evitar que un problema arrastre a todo lo demás.
Cuándo no conviene usarlos ❌
Pero también hay muchas veces en las que los microservicios complican más de lo que ayudan:
-
Si estás empezando o tu proyecto aún es pequeño.
Mantener muchos servicios separados puede ser un lío: más código, más configuración y más fallos posibles. -
Si aún no tienes claro cómo se organiza tu aplicación.
Si no sabes bien qué hace cada parte, dividirla solo va a generar más caos. -
Si tu equipo es pequeño o no hay experiencia en despliegues y automatización.
Cada microservicio necesita su propia forma de lanzarse, probarse y mantenerse.
O como decimos muchas veces entre risas:
“Si tu equipo son tres personas y compartís la misma mesa… probablemente no necesitáis microservicios 😅”
Entonces… ¿qué hago?
Empieza simple. Crea una aplicación clara, con las partes bien separadas por dentro, aunque esté todo junto.
Eso se llama un monolito modular: una estructura limpia, ordenada y fácil de entender. Si algún día tu aplicación crece y se vuelve más compleja, podrás separar los módulos poco a poco sin tener que rehacer todo.
La clave es diseñar con cabeza:
“Prepara tu código para escalar, pero no escales antes de tiempo.”
En resumen
Los microservicios no son una meta ni una moda: son una herramienta. Y como toda herramienta, solo funciona bien si la usas en el momento adecuado.
A veces lo mejor que puedes hacer no es dividir tu aplicación, sino mantenerla simple, clara y fácil de mejorar.
Porque al final, lo importante no es tener diez servicios… sino tener un sistema que funcione bien y que tú entiendas.
